martes, 30 de enero de 2007

DIOS

Hoy hace el día perfecto para caminar por el campo. Es una bonita mañana de otoño, hace frío pero luce el sol, el aire es limpio y la luz cristalina. Me gusta el otoño, me parece la mejor época del año para perderte entre árboles o caminar por la sierra. Todo está salpicado de rojos, amarillos, ocres que se transforman y cambian con gran rapidez, como si algún omnipresente pintor lo retocase cada día.

Tal vez sea la mano de Dios... Vaya, me sorprendo de mi mismo, eso no ha sido un pensamiento serio y hasta me sale una sonrisa.

Siempre he sido de la idea de que en este mundo sólo existe la naturaleza y los hombres, nada más. Incluso, me atrevería a decir, que en los albores de la humanidad, no existía más que naturaleza ya que el hombre no éramos otra cosa que una parte más de ella, como lo puede ser un pájaro o un árbol. Tanta era nuestra integración en la naturaleza que la llegamos a divinizar. La tierra era la madre, la que nos daba, nos cuidaba y proveía, era la base de nuestra supervivencia. Incluso adorábamos a sus representantes... a los lobos, a los robles, al trueno.

No sé exactamente cuando el hombre comenzó a despreciar a la naturaleza, supongo que cuando aprendimos a cultivar la tierra y a domesticar animales, pero pasamos de ser una parte suya a ser sus mayores predadores. Puede que aquel fuera un gran día para la humanidad, pero fue un nefasto día para el mundo.

Vaya, ya estoy alucinando. Estos paseos solitarios por el campo es lo que tienen, tu mente comienza a divagar... empiezas a filosofar...

En fin, a título particular, trataré de entrar en comunión con la madre tierra, adentrándome en el bosque por ese sendero que no conozco y no lo he recorrido nunca. Me han comentado que hay algunas cascadas y barrancos dignos de ver.

Llevo un par de horas caminando y lo cierto es que el paraje es increíble. Hay lugares en los que me parece retroceder en el tiempo, que me siento como los ancestros en los que pensaba antes. La soledad, el ruidoso silencio del bosque, el aire frío, el sonido del agua me van transformando en una parte del bosque y mientras avanzo entre árboles y rocas siento su silenciosa complicidad, su muda aceptación con la que me dicen: “Eres uno de los nuestros, nos respetas y eres bienvenido” y logran que me sienta bien, que me sienta agusto. Mucho más que lo que logro cuando estoy con la mayoría de las personas.

Aunque, hay que ver, vaya camino más complicado, me está costando un poco más hacerlo de lo previsto. Es bastante escarpado, está húmedo y he tenido un par de zonas un poco apuradas. Está valiendo la pena pero me hace estar concentrado en donde piso pues si tengo un descuido....

¡Maldita sea, si antes lo pienso! ¡He resbalado! Una roca húmeda una mala pisada y estoy cayendo, no puedo parar. Intento clavar mis dedos en la piedra pero es en vano, sigo resbalando intentándome agarrar inútilmente, hasta que la pared se vuelve totalmente vertical y caigo varios metros por el aire.

Aterrizo con dureza, pero he tenido suerte, he ido a parar a un pequeño saliente de la roca que ha parado mi caída. Sin atrever a levantarme me arrastro hasta el borde y miro hacia abajo. Una sensación de vértigo me invade y me empiezan a temblar las piernas. Si no llega a ser por este saliente ahora estaba criando malvas. Bueno, hay que mantener la calma. Estoy dolorido pero creo que no tengo nada roto. Me pongo de pie. Sudo, la cornisa es estrecha y mis piernas flaquean. Miro hacia arriba desde donde he caído, tres metros o tal vez cuatro, siempre he sido muy malo calculando distancias, de cualquier modo, demasiado resbaladizo, vertical y sin apoyos como para tratar de subir.

No queda más que una cosa. Empiezo a gritar, no sé para qué pero tal vez alguien me oiga.

-¡Socorro! ¿Hay alguien? ¡Socorro!

Me lo imaginaba, nada más que silencio pero de pronto una voz.

-¿Si? ¿Alguien tiene problemas?

-¡Si. Yo. Estoy aquí! –Levanto la cabeza y miro al borde tratando de ver quien habla pero no veo a nadie.-

-¿Que te ocurre?

Es extraño, la voz no parece venir de arriba, ni de abajo, ni de un lugar en concreto si no de todos a la vez.

-Aquí abajo. He caído en la cornisa y estoy atrapado. –Chillo e intento estirar el cuello hasta casi desconyutarlo para ver quien habla pero sigo sin ver nada. La voz vuelve a sonar- ¿Puede usted ayudarme?

-Bueno, es fácil. Da un paso adelante, yo te prometo que no te pasará nada.

-¿¡Qué!? ¿Tu estás loco o qué? Pero... ¿Quién eres? ¿Dónde estás?

-Estoy en todas partes y soy Dios.

-¿¡Dios!? –Pero será posible mi perra suerte. El único que pasa por aquí y resulta que está loco de atar.-

-Si, Dios. Y en verdad te digo, si te dejas caer te doy mi palabra que nada te pasará.

Vaya, esto está empezando a recordarme a un viejo chiste.

-Si, claro... Pero yo me refería a algo más tangible, una cuerda o algo así. No tendrás alguna cerca. ¿Verdad?

-¿Qué ocurre? –Parece extrañado de lo le he dicho.- ¿No confías en mi? Ya te he dicho que soy Dios.

Será mejor seguirle la corriente, con esta gente es lo mejor. Tal vez así consiga que me ayude.

-¿Y qué Dios eres tú?

-¡Cómo qué que Dios soy yo! ¡Soy Dios! ¡El verdadero, el que todo lo ve y todo lo puede. Soy el único Dios!

-Bueno, lo siento. –Creo que se ha mosqueado.- Yo me refería a si eres Alá o Yahvé o Dios.

-Túnica, turbante, barba o aureola. Sólo son matices culturales sin importancia, nada más que puro folklore. Yo soy todos ellos. Y por lo que veo tú no crees en ninguno.

-Pues hombre, mira que casualidad, que he venido pensando sobre eso y he llegado a la conclusión de que no, no creo en dioses... Perdón, quiero decir en ti... quiero decir en Dios...

-¿No? ¿Y qué razones tienes para no creer en mi ?

-¿Excluyendo las razones puramente científicas?

-De acuerdo. Te daré esa ventaja.

Me sorprende esa respuesta. Incluso percibo cierta sorna en su tono de voz.

-¿Ventaja? Precisamente creo que las razones científicas son las más convincentes para...

-No sigas.-Me interrumpió.-No pierdas el tiempo. ¿O acaso ya lo sabéis todo? ¿A tanto ha llegado ya la arrogancia humana? No ves que detrás de cada avance, de cada descubrimiento que hacéis vuelve a surgir otro misterio, otra incógnita. Descubrís la molécula, luego el átomo y creéis que ya nada más puede haber. Pero seguís y descubrís los protones, los electrones... parece que termináis y salen neutrinos, fotones, quarks, bosones y no sé cuantas cosas más. Siempre, cada vez que un científico consigue abrir una puerta nueva, lo primero que aparece es otra puerta cerrada. Tal vez algún día logréis abrir la última, pero de momento no lo habéis conseguido. Así que deja la ciencia a un lado y dame las razones de tu corazón.

-Bueno, pero reconoce que cada vez, la ciencia te deja menos espacio.

Se lo digo con cierta acritud. No me gusta verme desarmado. Pero no se rinde y vuelve a la carga.

-Tanto que te gustan los números, sabrás que un grupo de personas, todos refutados científicos, han realizado un estudio y lo han concluido afirmando que hay un 61% de posibilidades de que yo exista.

Una extraña musiquilla flotaba en el ambiente.

-¡Hay que joderse lo enterado que estás! –¡Ahí va lo que se me ha escapado! Lo intentaré corregir, no sea que se ofenda..- Bueno... Quiero decir... que hay que fastidiarse, lo enterado que estás.

-Claro que estoy enterado, te repito que soy Dios. Y no te preocupes por los tacos, tampoco soy tan mojigato como cree la mayoría.

-Bueno, siempre nos han educado diciendo que es pecado y tal.

-Sí, pero de eso la culpa la tienen los que se denominan mis representantes en la tierra. –Ahora su tono de voz parecía enojado de verdad.- Lo cierto, es que tanto los del turbante como los de la sotana, peor no pueden estar haciéndolo. El día que me enfade de verdad... Las plagas de Egipto se me van a quedar a cortas con estos.

Creo que la cosa va para largo, yo siento el cuerpo maltrecho y me parece estar haciendo el idiota allí de pie, con la cabeza levantada y hablando al aire, así que me siento con las piernas cruzadas en la estrecha cornisa de piedra.

-Vale, pues te diré porque no creo en ti. No creo, porque miro alrededor y no veo tu bondad por ningún lado. No creo, porque el mundo es exactamente lo contrario a lo que un Dios bueno, protector, que predica el amor pudiera desear para sus criaturas. Si no, explícame que clase de mente retorcida crea un mundo, en el que unas especies tengan que comerse a otras para sobrevivir. No creo en ti porque un Dios debe de ser ante todo bondadoso y justo y aquí malas personas consiguen cosas buenas y buenas personas pasan una vida tortuosa.

-Vale, vale. –Me interrumpió.- Ya veo por donde vas pero para eso os pido fe, sino sería demasiado sencillo.

-¿Sencillo? ¿Qué tiene de sencillo el mero hecho de vivir? Ya es bastante complicado sobrevivir dignamente en este mundo.

-Sí, pero te repito que sólo es cuestión de fe. Si crees en mí la recompensa será una vida feliz y eterna.

-Vete a explicarle que es la fe a un niño africano al que le comen las moscas mientras se muere de hambre. O me estás diciendo que como no cree en ti lo único que merece es una vida corta y dolorosa. –Lo cierto es que comenzaba a enojarme a medida de que hablaba.- Creo que exiges una fe demasiado ciega e incondicional a cambio de una recompensa que cuando menos, es más que dudosa.

-Tranquilo, tranquilo, ya veo que no crees en mí. No hace falta que chilles ¿Y entonces en que crees tú?

-Bueno... creo en la bondad y en los buenos actos, creo en ser justo, creo en la superación y el esfuerzo, creo en la oportunidad de llevar una existencia digna, creo en la naturaleza, creo en la vida y en la muerte....

-Ya... ya... pero cuando todo falla, cuando estás realmente mal y todo, absolutamente todo, se desmorona a tu alrededor ¿A que recurres? Ese tipo de cosas no valen como refugio en los momentos más duros. Me parece que es algo triste.

-He de reconocer. –Otra vez esa musiquilla sonando. Hago una pausa.

necesito tranquilizarme un poco.- Que me he visto en esas y también reconozco que en algunas ocasiones he estado tentado de elevarte un ruego o una oración o como quieras llamarlo. Pero me gusta ser coherente y si cuando todo va bien te niego y no me acuerdo de ti, no me parece justo recurrir en los momentos malos, no es de ley.

-Pues es lo que hacen la mayoría de las personas.

-Si ya, pero yo no.

-¿Y tú que crees que debería hacer para que la gente creyera más en mi?

Su voz, aunque poderosa, dejaba vislumbrar un cierto cansancio y humildad. Nunca hubiera pensado eso de un Dios.

-Tienes que ser más claro, manifestarte más. Hacer algo que sea un poco escandaloso, que denote tu poder pero también tu bondad. Y es que, hace más de 2000 años de la última que preparaste y para ti, un par de milenios serán cosa baladí pero para la humanidad.... La humanidad necesita otro toque de atención que nos dure al menos otros 2000 años.

El tono de la charla se ha relajado y permanecemos en silencio un breve instante. No lo veo pero imagino que está reflexionando. Tengo que aprovechar, se lo voy a preguntar, si no lo hago reviento.

-Oiga, Dios... perdone. Abusando de la confianza que me está dando, me gustaría preguntarle algo... bueno... espero no le parezca mal y si no quiere no me conteste...

-¡Qué sí pesado! ¡Suéltalo ya!

-¿Qué hay al otro lado?

-¿Cómo al otro lado?

-Si hombre... ya me entiende... cuando la palmamos...

Oí una pequeña risa.

-Mmmmm... Bueno, como me ha gustado charlar contigo y creo que eres una persona cabal, voy a hacer una divina excepción contigo y te lo contaré para que luego con esa información hagas el uso más conveniente que tú creas. Así que oiga... oiga...¡Oiga! ¿Se encuentra usted bien?

¿Qué pasa? ¿Quién me está hablando? Me duele tremendamente la cabeza. De repente está todo oscuro. No, no es que esté oscuro, es que tengo los ojos cerrados.

Los abro y ante mi veo una persona con casco de montañero y un cordaje que le pasa por el hombro.

-¿Quién es usted?

-Soy del equipo de rescate. Estaba usted inconsciente. Se cayó desde ahí arriba a esta cornisa. Es casi increíble que haya aterrizado aquí. Ha tenido muchísima suerte, está vivo de milagro.

-Si, pero yo no estaba inconsciente. –Le respondí tratando de ordenar mi dolorida sesera.- He estado todo el rato hablando con... con alguien...

-No creo que estuviera consciente. Le llevamos todo el rato llamando al móvil y no contestaba. Gracias a eso lo hemos localizado, primero triangulando su señal y luego siguiendo el tono del teléfono al llamarle. Si no llega a ser por eso, no sé lo que hubiéramos tardado en encontrarle.

¡La musiquilla que oía! Entonces todo ha sido un mal golpe... Por un momento pensé...

Sin razón aparente, mi siguiente pensamiento me salió en voz alta.

-¡Entonces, yo tenía razón! ¡Dios no existe!

El montañero me miró extrañado, no entendía nada. Me prometí a mi mismo explicárselo algún día. Cuando yo también, lograra entenderlo.

lunes, 22 de enero de 2007

La última misión.


¡Mike... Aquí Charly. Contesta. Cambio...!
¡Mike... Me escuchas. Soy Charly. Contesta. Qué me conteste alguien. Cambio...!
Nada, no se oye nada más que el aspero zumbido de un transmisor mudo. ¡Joder, ha sido un desastre esa incursión! He perdido todo mi pelotón y si Mike no contesta es que ya no está, se ha marchado para el otro barrio. Estoy completamente solo.
Bueno Charly, te han entrenado para este tipo de situaciones, así que vas a salir de esta. No puedo esperar apoyo y aunque agua tengo de sobra gracias a este manantial, comida no hay de donde sacarla y sin algo de comer no resisitiré hasta la llegada de los refuerzos.
La única posibilidad es intentar de nuevo el plan que teníamos, aunque esta vez tendré que hacerlo solo. La idea es conseguir provisiones en la base enemiga, buscar un buen sitio donde hacerse fuertes y esperar a que llegue el resto de la tropa. Tengo pocas posibilidades, pero si me quedo aquí moriré seguro, del otro modo tal vez me maten o tal vez no. Así que vamos para allá. Avanzo todo lo sigilosamente que puedo, tanto que parece que mis pies apenas rozan el suelo. En mi brazo llevo en lo único que ahora puedo confiar, mi rifle AK-47 el mejor rifle de asalto. Sin duda la mejor contribución de los sovieticos a la humanidad o mejor dicho, a la des-humanidad.
Me aferro a él como si me fuera la vida en ello y es que me va en ello y sigo avanzando. Hasta el momento todo va bien y parece tranquilo aunque desconfio de tanta suerte.
A la vuelta de un recodo me detengo. Veo algo. Es un hueco, es la entrada de un bunker. ¡Mierda! Si antes hemos hecho este camino y no estaba o no lo vimos. Tal vez la puerta estuviera cerrada y se nos pasara desapercibido. El caso es que si ahora paso con eso así, es fácil que me descubran.
Veo unos matorrales, se me ocurre una idea, creo que me pueden venir bien. Con el cuchillo y un poco de maña puedo hacerme algo de camuflaje y tal vez lo logre.
Bueno, no me quedan mal las hojas por la cabeza. Ahora tengo que arrastrarme muy despacio. Llego hasta la entrada, oigo ruido en su interior. Avanzo muy lentamente, con la cabeza a la altura del suelo y poco a poco voy consiguiendo tener visión del interior. Sólo veo a una persona, está de espaldas a mí, tecleando en un ordenador. Un sólo disparo del fusil rápido y certero, no creo que lo oigan en la base. No me gusta matar a nadie por la espalda, pero es o él o yo, así que no lo dudo más. Apunto, disparo y salgo corriendo todo lo veloz que me permiten mis piernas. Me pareció oir alguna queja, pero no duró mucho el disparo debía de ser mortal de necesidad.
Sigo corriendo, me voy acercando. De pronto un ruido delante de mí. Me paro en seco y observo. Veo moverse algo, viene para aquí. !Un perro guardian! Había olvidado que merodeaban el campamento enemigo. Viene hecho una furia, ladrando y babeando, tengo que actuar rápido. Saco el cuchillo y según se abalanza hacia mi, con una mano le agarro de una de sus orejas y con la del cuchillo le meto un tajo en el pescuezo. Neutralizado.
Bueno, ya estoy aquí. Avanzo arrastrándome, y logro entrar en el centro de operaciones. Allí está el jefe del puesto, ahora anda descuidado, haciendo no sé que. Veo provisiones cerca de él y me arrastro hasta allí. Con mucha cautela, como una serpiente. Ya casi lo tengo, alargo la mano, lo rozo, lo voy a conseguir...
- ¡Carlos! ¡Qué dejes las patatas fritas, que no van a quedar para los demás!
¡Mierda, me han cazado! Hay que poner en marcha el plan B.
- ¡Jo Maaami! Sólo una.
- ¡Qué no! Entre Miguel y tú las estáis acabando. Cada vez que entráis a la cocina me llevais unas cuantas. A tu hermano acabé mandándole a la tienda del barrio, a por un recado, pero a tí voy terminar dándote una torta.
- Jo, mama. Es que hasta que lleguen los demás me muero de hambre.
- ¡Mamá, mamá! -Vaya, lo que faltaba, mi hermanita y trae a la perra...Hoy se me cae el pelo.- Mira lo que ha hecho este gamberro a la pobre Manchi. Le ha pintado todo el cuello de rojo. No sé con que lo habrá hecho pero la ha dejado hecha un asco.
- Lo hice con este cuchillo de pega. -Les enseñé orgulloso mi cuchillo preferido. De esos de broma que marcan como si cortaran pero sólo pintan.-
Pero a mi hermana no parece que le haya gustado y continua chivándose.
- Tiene todos los grifos del baño abiertos y no sé para que. -Me mira y me apunta con el dedo.-Y te advierto que es la última vez que me tiras con esa mierda que dispara ventosas, qué estaba chateando tranquilamente y me has dado un susto de muerte.
- Esto no es una mierda que tira ventosas, es mi AK-47.
- Sí ya. Y el "Ibiza" de papa es un Ferrari. ¡No te fastidia!
Mama quiso poner paz.
- Bueno niños, ya vale. Venga, ir poniendo la mesa.
- Siempre "Bueno niños" ¡Estoy harta...! Pues ya verás cuando veas lo que ha hecho con tus plantas del pasillo. Las ha cortado y estan todos los cachos tirados por el suelo.
- ¡Este crío tiene el diablo en el cuerpo! ¡Como no le pongas freno a tu imaginación nunca serás una persona formal!
Yo, ante aquella avalancha, hacía lo único que podía hacer en ese momento. Poner en acción la más inocente y enternecedora mirada de niño bueno de la que era capaz.

jueves, 18 de enero de 2007

Cena de Nochebuena

Otro año más que pasaré la nochebuena solo. No es que me importe demasiado, nunca he sido amigo de estas forzadas reuniones familiares donde te acaba doliendo la cara de mantener una sonrisa que no sientes durante todo el tiempo. Lo que me molesta es que hay pocas posibilidades de hacer nada y cuando no tengo claro que hacer, siempre termino haciendo lo mismo. Intento no caer en ello. Cada vez que lo hago, siempre elevo serios juramentos que esa será la última vez, que eso no está bien. Pero mi palabra, al igual que mi carne son débiles así que, con un periódico bajo el brazo, entro en el primer bar abierto que encuentro.
El bar está desierto, sólo un aburrido camarero mira la tele y me presta la atención justa para servirme un whisky que le pido, es el tercero en un par de horas . Ya en una mesa y mientras hago tintinear el hielo en la copa, abro el periódico por la sección de contactos y me dispongo a buscar.
A ver que encuentro por aquí, "Mulata exuberante, griego, francés..." No, esto no, sigamos, "Travesti jovencita, beso negro..." esto tampoco, veamos, "Tres guapas estudiantes en apartamento particular..." Muy tentador pero no es lo que busco. "Dos muchachitos exóticos, muy jóvenes, un par de auténticas fierecillas. Servicio especial nochebuena. Horario: exclusivamente hoy de 21.30 a 23.00". ¡Esto suena bastante bien! Puede que sea lo que estoy buscando. Son las nueve, así que la hora es perfecta.
Llamo desde el teléfono del bar, no me gusta usar mi móvil para este tipo de cosas. Con la boca seca de los nervios y el corazón acelerado marco el número que viene en el anuncio.
- Diga. -Es una voz de una mujer, suena muy sensual.-


- Hola, llamaba por lo del anuncio en el periódico.

- Si claro. Pero quería hacerle notar, si se ha fijado usted en el horario. Estrictamente es sólo durante esas horas ¿Le viene a usted bien? -Sensual y además muy educada.-

- Si, no hay problema con eso pero es que yo, lo que quería saber, es si son realmente jóvenes... A mi lo que me gusta, es que sean muy, muy jóvenes, cuanto más mejor. Usted ya me entiende, ¿Verdad?
- Claro que le entiendo caballero, pero sobre ese tema no me gusta dar demasiados detalles por teléfono, aunque puedo decirle, que son prácticamente dos cachorritos... si eso le orienta en algo.
- Si... si, creo que es lo que estoy buscando. Haga el favor de darme la dirección. A las nueve y media en punto me planto ahí.
Bueno, ya estoy aquí. La casa es antigua, con una fachada clásica de tres plantas donde sobresalen media docena de balcones de forja. La puerta, tan vieja como la casa, es de madera , alta y de doble hoja con una de esas aldabas de hierro que son un puño que sujeta una bola.

La única señal que veo de que esa casa está viva es un portero automático, claramente mucho posterior al resto de la casa, en donde una luz alumbra un único botón. Tomo aire y lo pulso.

- ¿Sí? -Aunque distorsionada por el altavoz, enseguida reconocí la voz como la de la mujer del teléfono.-

- Si, buenas noches. Creo que acabo de estar hablando con usted y...
Suena un zumbido eléctrico y oigo el chasquido del pestillo que salta. Empujo la puerta, está oscuro y no se muy bien por donde ir. Arriba escucho el sonido de una puerta que se abre y una luz que sale me enseña una escalera de madera.
Llego al primer piso y allí, esperándome junto a la puerta abierta, veo a una espectacular mujer que me atrevería asegurar rondaría la cincuentena, pero que no había perdido un ápice de su hermosura. Va con ropa interior negra, liguero y lleva una bata de gasa transparente que deja ver su espectacular silueta.
- Buenas noches caballero, pase, haga usted el favor.
Entré. La casa era de madera, de altos techos y pasillos estrechos y aunque se veía toda renovada y los muebles eran modernos, persistía el tufillo a vejez del edificio.

-Usted llamó porque quería pasar la nochebuena con mis chicos, ¿no?

-Si, así es.

-¿Y cómo es que no pasa esta noche en familia? Si me permite preguntárselo.

-Bueno, baste decir, que si usted cree que yo soy malo, le puedo jurar que mi familia lo son cien veces más. Del primero al último. -El agrio sabor del rencor me subió a la garganta.-

-Vaya, lo lamento. Me llamó usted desde un teléfono publico, ¿Verdad?

-Pues si... Pero ya me estoy cansando de este interrogatorio. ¿A qué viene tanta pregunta?

-Disculpe. Tiene usted toda la razón. Cuando llamó, escuché el "clink" metálico de la moneda al caer y me extrañó, todo el mundo usa móvil y ... En fin, que veo que es un caballero muy discreto y eso está bien, pero que muy bien.

Su voz, sus rojos labios, su silueta entre la gasa. A esa mujer le perdonaría todo pero ella no era la razón de que yo estuviera ahí.

-Vale, ahora me toca a mi hacer preguntas. Que edad tienen sus chicos.

-Pues siete años y precisamente hoy es su cumpleaños y seguro que les encantará celebrarlo con usted.

-Perfecto, adoro los niños de esa edad. ¿Y cuanto me va a costar?

-Servicio normal 120 euros y luego, si lo desea... bueno, no sé si a usted le gusta las cosas un poco especiales.

-Qué quiere decir con especiales.

-Me refiero a un servicio con sado suave... -Se acercó hacia mí hasta notar el contacto de sus pechos.- Yo le ato a unas cadenas y mis niños se ocupan de comérselo todo.

El plan no puede ser mejor además, la manera como me lo ha dicho, la proximidad, así tan suave, como en un susurro, sintiendo su aliento en mi oreja.

-¡Venga, venga! -Retrocedí un paso, estaba empezando a tener una erección.- No me importa lo que cueste.

-Entonces haga el favor de venir por aquí.

Entramos en una habitación grande y sin decoración alguna. Tan solo en el centro dos cadenas con grilletes colgaban del techo.
Me dice que me vaya desnudando y así lo hago. Me sujeta a los grilletes y en esa postura, medio colgado, desnudo e indefenso ella empieza a recorrerme todo el cuerpo con sus largas y puntiagudas uñas. El escalofrío que empieza a recorrer mi cuerpo me hace gemir de placer mientras sigue arañándome dulcemente por los hombros, la espalda, el pecho, las nalgas, el pene cuya erección era ya total. En mi miembro se detuvo un rato, recorriéndomelo abajo y arriba y yo me retorcía de placer pero quería a los niños. Deseaba a esos críos.

-Trae a tus chicos.-

En ese momento, siento un punzante dolor en la ingle y un líquido tibio empieza a resbalar por la pierna. ¡Es mi sangre!

-Pero... ¿Qué me has hecho? –Intento mirar pero no veo bien, creo que me ha cortado a la altura de la ingle.

-Nada, ya te dije, un poco de sado suave. -Me enseñó su dedo pulgar y vi que la uña de ese dedo era metálica y afilada como una navaja.- No te vayas, voy a por mis criaturitas.

No me ha gustado, se me ha ido la excitación y estoy empezando a tener frío. Me siento demasiado indefenso. Sigo sin poder verme la herida pero noto como sigue saliendo sangre. Espero que los chicos merezcan la pena. Creo que hay vienen. Sí. Se abre la puerta. Entra ella, viene tirando de una cadena... pero ¿Qué es lo que viene con ella?

-Te presento a mis niños. ¿No son una monada?

-¡Cielo santo,! ¡Si son dos leones!

-Efectivamente. Este es Kumba y este Kira. -Me los presentó mientras que aquellas uñas ahora acariciaban el lomo de los dos felinos.- Más exóticos no pueden ser, ¿Verdad? Cómo ponía en el anuncio

-¡Estás loca! ¿Y que pretendes hacer?

-Ya te dije que hoy es su cumpleaños. Cumplen un añito, que más o menos en edad humana son siete ¿No? Lo que te había dicho, un par de cachorritos adorables.

Esos "cachorritos" tienen una zarpa más grande que mi cara. Dios mío, tengo que irme.

-¡Suéltame déjame marchar! -Forcejeé pero los grilletes se clavaban en mis muñecas produciéndome un lacerante dolor.-

-No puedo dejarte ir, prometí a mis niños una exquisita cena de nochebuena y tú vas a ser esa cena. Hoy es su bautismo en sangre humana.

-¡Estás locaaaa! Déjame ir, me echaran de menos, me buscarán. Esto es un asesinato.

-¿Qué te buscarán? No lo creo, un tipejo como tú que en nochebuena no tiene a nadie y se entretiene en este tipo de cosas no le importa un pimiento al mundo. Además, hay otra cosa, no llamaste desde el móvil y no creo que le hayas contado a nadie donde venías... ¿O si? Es decir, no hay ningún rastro tuyo. Y el cuerpo... ejem... como comprenderás, del cuerpo mucho no va a quedar.

Esta mujer está loca. Está hablando en serio, voy a ser la cena de esos gatos gigantes. Mi aterrada mente sólo acertaba a enviar gritos a mi garganta.

-¡Socorroooo! ¡Ayuuudaaaa!

-Puedes gritar lo que quieras, nadie puede escucharte. Además, ¿No es este es el servicio que buscabas?. Te lo van a comer todo, todo. Míralos, ya se están poniendo nerviosos, se están relamiendo, les está llegando el olor de tu sangre. Así que creo que lo más acertado es que os deje a solas.... Feliz cumpleaños y feliz navidad, mis niños. Buen provecho.

-¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!

sábado, 13 de enero de 2007

¿Y qué fue de ...?

¡Maldita sea mi perra suerte! Quién me lo iba a decir a mí, a mi edad, que tengo canas ya hasta en los huevos, que a estas alturas de la vida me iba a ver así. Yo era dueño de una próspera explotación ganadera, era el que más ovejas tenía de toda la comarca y ahora me veo arruinado y en la cola del paro.
Y todo por culpa de aquel maldito pastor que contraté y que maldita la hora en que le conocí. Ojala me hubiera cortado la mano antes de haber firmado el contrato de ese rapazuelo que me ha llevado a la ruina. Si hubiera hecho bien su trabajo y se hubiera dejado de tantas tonterías, ahora todo seguiría como antes. Pero no, el demonio de muchacho tenía que llamar la atención y lo hizo a base de jugar con mi rebaño y como es menor pues no puedo pedirle responsabilidades.
El banco se ha quedado con mi casa al no poder cumplir con los plazos de un crédito que pedí ya que el negocio me iba bien y ahora estoy sin casa, sin trabajo y sin pertenencias porque también tuve que malvenderlas para tapar otros agujeros y es que soy persona cumplidora y al menos, aunque esté en la miseria, no debo nada a nadie.
Ahora a empezar de nuevo, desde cero, como cuando era joven, pero más difícil pues la juventud quedó atrás hace tiempo y con ella muchas de las ilusiones que la acompañaban.
Qué poco sabe el destino del esfuerzo, de la honradez y la dignidad, porque si lo supiera no sería tan cruel con algunos y tan benevolentes con otros ya que, para más escarnio, al chico este por lo que sé, le va de maravilla desde que sucedió todo aquello. ¡Qué injusta es la vida!
¡Oh, no! Hablando del rey de Roma acaba de entrar, espero que no me vea. Intentaré hacerme el loco, no sé como reaccionaría si lo tengo enfrente. ¡Mierda! pero él me ha visto y parece que viene hacia mí. Espero que no tenga el valor de hablarme. Si, lo va hacer...
- ¡Hola Patrón!
- Hola chaval. ¿Cómo por aquí?
- Pues nada que vengo a borrarme del paro que tengo empleo.
- Vaya suerte. Y de qué, si puede saberse.
- Nada patrón que desde que me sucedió aquello con sus ovejas la vida ma ha cambiado. Todo han sido entrevistas, exclusivas y ahora estoy fijo en un programa de televisión. Hasta me han enchufado el polígrafo. ¿Puede creerlo? Nunca unas mentiras habían dado para tanto... ¿Eh, patrón?
- Sí, sí... Bueno, te dejo que me toca el turno. Adiós Pedro.
- No patrón, no me llame Pedro a secas, ahora se me conoce como Pedro y el lobo... Ja, ja, ja.
Me dijo esto último dándome unos leves codazos en el costado, en plan de compadreo, como si fuéramos amigos o familiares de toda la vida.
No tenía que haber hecho aquello. Si no me hubiera tocado me habría aguantado, estaba a punto de conseguirlo pero aquello fue demasiado y no lo pensé. Saqué la navaja de más de un palmo de largo que siempre llevo conmigo y la abrí. Le agarré por el pelo para echarle hacia atrás la cabeza y de un solo tajo le rebané el pescuezo de oreja a oreja. El último "ja" le salió mezclado con un gorgoteo de sangre en su garganta. Me miró sin comprender mientras su aterrado corazón bombeaba hacia fuera toda sus sangre. Se desplomó sin decir nada más.
Limpio la navaja en sus pantalones, la cierro y al darme la vuelta, observo al funcionario detrás de la ventanilla, que completamente blanco me mira con los ojos muy abiertos.
-Es verdad, si ahora me tocaba a mí. Bueno, creo que no tendré que preocuparme en buscar trabajo. Me acabo de procurar alojamiento hasta el fin de mis días.