viernes, 20 de marzo de 2009

La Última Llamada

- Servicio de emergencias 112, buenas tardes. ¿En qué puedo ayudarle?

La voz era femenina, joven y sonaba agradable, aunque casi siempre en este tipo de sitios las voces son agradables.

- Si buenas tardes. Verá, yo llamaba porque estaba dando un paseo por el campo, siguiendo la vía del tren, y me he encontrado a una persona muerta que...

- Bien. Usted tranquilícese…

¿Por qué me interrumpe y por qué me dice que me tranquilice, yo no estoy nervioso? Bueno, dejaremos que siga hablando…

- Lo que quiero es que se asegure que esa persona que usted dice está muerta, lo está de verdad. Tiene que estar completamente seguro.

- Sí, le aseguro que está muerta ya que….

- De acuerdo, pero quiero que se cerciore usted bien. Debe de constatar que ni tiene pulso ni respira. Le pido por favor que se aproxime al cuerpo y se asegure.

Ya entiendo. Está siguiendo un protocolo y por eso le da lo mismo lo que le diga. Ella va punto por punto siguiendo el manual que tiene delante.

- Muy bien señorita. ¿Y a qué trozo de cuerpo debo de aproximarme? ¿Al que tengo como a unos diez metros de mí y que es más o menos del pecho hacia abajo o al que tengo enfrente de mí que es un torso humano y que donde debería estar la cabeza lo que hay es un amasijo sanguinolento de trozos de hueso y cerebro?

- Ejem.. Bien… Bien… Ejem… creo… creo que efectivamente debe de estar muerto..

Ahora la que se ha puesto nerviosa es ella, aunque al menos he conseguido que me preste atención. ¿Qué le dirá el manual que tiene que hacer ahora?

- Muy bien caballero… Usted tranquilícese…- Joder. Pues sigue con que me tranquilice - Dígame exactamente el lugar donde se encuentra para que podamos enviar a alguien.

Vaya, pues ahora que lo pienso esto sí que es un problema. Llevo casi dos horas andando, más o menos paralelo a las vías del tren, y no tengo la menor idea de donde me encuentro.

- Pues no sabría darle un nombre del lugar o una ubicación exacta. Estoy en mitad de ningún sitio. Calculo que unos diez kilómetros siguiendo las vías del tren por la salida norte de la ciudad…

Me costó al menos quince minutos hacerme entender. Menos mal que a la voz agradable se le ocurrió pasarme con un policía de la zona, que conocía algo el lugar, y más o menos creo que ya saben donde me encuentro.

- Bien caballero. Ya salen hacia allí. Por favor, aguarde cerca del lugar y mantenga su teléfono móvil encendido.

La voz agradable me leyó así la última línea de su manual y se despidió de mí. Bueno, tengo que cargarme de paciencia y sólo me queda esperar. Me sentaré sobre la vía de espaldas al cuerpo. No es un espectáculo nada agradable, a verdad.

Espero que no tarden mucho, si al menos no lloviera. Hace una media hora que comenzó a llover y no tiene pinta de parar. Todavía estoy oyendo las palabras que decía ayer el hombre del tiempo; “Parcialmente nublado con grandes claros. Escasas probabilidades de lluvia”. Pues esas escasas probabilidades se han ido a juntar todas encima de mi cabeza. ¡Maldita sea mi cochina suerte! Desde esta mañana que abrí los ojos para ver los luminosos números del despertador parpadeando delante de mi cara y comprobar que era una hora y media más tarde de lo que quería haberme levantado, supe que hoy no iba a tener un buen día. Al menos gracias a eso, mi innata desconfianza se puso en alerta y me puse una ropa adecuada que me está manteniendo seco.

- ¿Te dijeron si iban a tardar mucho?

Escuché la voz a mis espaldas y mi corazón y mis piernas dieron un brinco girándome hacia el lugar del que venían esas palabras. Pero no había nadie, sólo el cuerpo de aquel infeliz.

- ¿Quién anda ahí?

- Pues yo. ¿Quién va a ser? Aquí sólo estamos tú y yo.

El pánico comenzó a apoderarse de mí y sino es por la temblequera que invadió mis piernas, desde luego que hubiera salido corriendo. Me estoy volviendo loco o el muerto está hablando conmigo.

- Es… es… imposible. Tú no puedes estar hablándome.

- Claro que estoy hablando contigo. No sé porqué te extraña tanto.

- ¿Qué por qué me extraña? Pues no sé que decirte… Tal vez porqué tienes el cerebro esparramado por la vía… Creo que eso es una buena razón. ¡Además, no sé que coño hago hablando con un guiñapo!

Me giro dispuesto a alejarme de allí, pero la voz insistía.

- No me ha gustado que me llames guiñapo. Creo que deberías de tener un poco más de respeto, al fin y al cabo estoy muerto.

Me detengo en seco y me vuelvo de nuevo hacia a él.

- Vale, tienes razón. A lo mejor me he pasado. Pero tú mismo lo has dicho. Estás muerto. No puedo estar hablando contigo. No entiendo que está pasando aquí.

- Bueno, no te preocupes. Ya lo entenderás. El caso es que te decía que si iban a tardar mucho en venir. Creía que todo esto iba a ser más rápido. Yo me tiro, el tren me golpea y se acabó. Después oscuridad, silencio y descanso. Pero ya veo que no es así. Espero que cuando me recojan y me entierren al fin pueda descansar.

Estaba empezando a acostumbrarme a hablar con él y mi conciencia me decía que debía de esperar allí hasta que viniera alguien, así que decido sentarme a su lado.

- Entonces, por lo que dices, no ha sido un accidente. Te has suicidado.

- Sí.

- Qué locura. Nunca he entendido a la gente que hace eso.

Saco mi paquete de tabaco y por costumbre y por estar todavía algo conmocionado por la situación alargo un cigarrillo hacia el amasijo de carne ofreciéndoselo. Oigo como se ríe.

- Ja, ja…. No, gracias. Quiero dejarlo. Podría matarme. Ja,ja.

- Bueno, al menos veo que el humor no te falta aunque sea del negro.

Enciendo un cigarro, le doy un par de fuertes caladas y mientras expulso el humo le pregunto.

- ¿Y qué te ha empujado a hacer esto?

- No hay una única razón para hacer algo así. Son muchos motivos los que se te van a acumulando día a día, mes a mes durante muchos años. Pero básicamente, si hubiera que resumirlo de algún modo, te diría que lo hice por que mi presente era una mierda tan blanda que resultaba imposible levantarse un futuro.

- ¡Y tú que sabes! Nadie puede adivinar el futuro. Nunca se sabe lo que pueda pasar mañana. Tal vez las cosas cambian y puede que mejoren…

- Vale, vale… - Me interrumpe.- “Tal vez…” “Puede…” demasiadas vagas esperanzas. La fe la perdí hace mucho tiempo y el día a día se ha vuelto demasiado doloroso como para esperar a ver que pasa.

Meneo la cabeza mientras la inclino y aplasto la colilla humeante con la punta de mi zapato.

- Sigo sin entenderlo. Pienso que la vida tiene demasiadas cosas bonitas como para perdérselas. Creo que el futuro siempre te sorprenderá, unas veces no será bueno y lo pasarás mal, pero otras veces será para bien y eso te compensará todos los malos ratos pasados. Cuando muera no lamentaré perder las cosas que conozco y he pasado, lamentaré perder todo aquello que aún desconozco.

- Muy bonitas palabras. Pero qué pasa cuando todo a tú alrededor se desmorona. Cuando ya no puedes creer en la gente en la que antes creías. Cuando ves que es inútil cualquier intento que hagas por salir del agujero. Cuando un nuevo despertar, un nuevo día no significa más que otro montón de largas y dolorosas horas que transcurren lentamente dejándote una profunda herida en tu cuerpo y en tu mente. Acaso tú nunca lo has pasado mal, acaso tú nunca has pensado alguna vez que estarías mejor muerto.

Guardo silencio sus palabras me hacen reflexionar y un montón de ingratos recuerdos asaltan mis pensamientos

- Pues ahí has dado en el clavo. – Contesto con una socarrona media sonrisa en mi boca.- Lo cierto es que estoy atravesando una racha bastante fastidiada y que me parece que ya dura demasiado. Y sí… reconozco que en alguna ocasión he contemplado la muerte como una opción para poder descansar…

Nuevamente el silencio me rodea y tan solo escucho el sonido de las gotas de lluvia sobre mi capucha y el ruido de mis pensamientos. Sacudo la cabeza a un lado y a otro para escapar del trance en que parecía inmerso y continúo hablando.

- Pero no… Sigo pensando que la vida tiene aún cosas que ofrecerme y quiero verlas mientras mi cuerpo me lo permita. ¡El suicidio no es una opción válida¡ Antes me llevo delante al causante de mi desgracia que matarme yo. Hay que ser valiente y echarle huevos a la vida. El suicidio es escapar, es huir. Eso es cosa de cobardes.

- ¡Joder cobarde! Pues no veas lo que me costó tirarme al tren. Me decidí en el último segundo, cuando casi había pasado. Salí de detrás de aquel árbol y me tire a las ruedas tan de repente que no creo que al conductor le diera tiempo ni de verme. Seguramente por eso no ha dado aviso y llevo tanto tiempo aquí tirado. Hablando de aviso… Estos llegan de una vez o no llegan… Estoy harto de mojarme.

En ese momento comienzo a escuchar ruido de sirenas y entre los árboles veo destellos azules de un coche que se aproxima. Cada vez los veo más cerca y apenas transcurren unos instantes cuando comienzo a escuchar voces.

- Por fin hemos dado con el cuerpo.

Dice uno de los policías mientras coge su radio para comunicar algo.

- Sí. Pero donde estará la persona que nos ha llamado. – Oigo que dice su compañero.- Debería haberse quedado aquí esperándonos. Tenemos su número de teléfono ¿Verdad?

El policía saca el móvil de su bolsillo y escucho como pulsa los botones. Después un instante de silencio y al momento la melodía de un móvil se oye insistente en el aire muy cerca de ellos. Ambos se quedan helados, se miran el uno a otro y luego dirigen su mirada al lugar de donde proviene la musiquilla.

- ¡Oye tú! ¡El móvil lo tiene el fiambre!

Se aproximan al cuerpo mientras la melodía sigue sonando y uno de ellos introduce su mano el bolso superior del chubasquero que lleva puesto el cacho de cuerpo. Con la boca abierta saca el móvil que deja de sonar en el momento en que su compañero presiona el botón de colgar. Ambos se quedan en silencio, con cara de sorpresa hasta que uno de ellos habla.

- Bueno. Está claro. Nos llamó y luego se tiró al tren.

- Puedes ser. Pero yo estuve hablando con él y no parecía una persona que fuera a matarse. Además me dio detalles muy exactos de cómo había quedado el cuerpo. Los dos trozos, el cráneo aplastado, su posición… No sé… No entiendo quién hizo entonces la última llamada?

Mientras tanto yo, tirado en el suelo partido a la mitad, empezaba a entenderlo aunque me costaba comprenderlo. Finalmente mis pesares, mi tristeza, mi lado oscuro y negativo pudo a mi parte positiva, al optimismo y a mis ganas de vivir… Estoy muerto ¡Mierda¡ Y encima sin poder descansar en paz ¡Maldita sea otra vez mi cochina suerte!

3 comentarios:

  1. Fantástico, como siempre. Ya empezaba a pensar que había abandonado esto.

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  2. La idea está bien, pero falta trabajarlo más.

    Algunos ejemplos: Sobran cosas, o falta aprovecharlas. E.g, llueve, parece que para explicar que el protagonista es previsor (porque trajo impermeable), pero el hecho que sea previsor no afecta a la historia en absoluto. Distrae. Y el final sale de la nada, parece que el personaje se saque los motivos de la manga.

    A reescribir! :)

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  3. Me ha gustado bastante, muy bueno.

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