domingo, 10 de junio de 2007

Válvula de Escape

Aspiro con fuerza las últimas caladas del porro que me estoy fumando haciendo sonar el aire entre mis dientes. Aguanto el humo en mi interior al tiempo que doy un sorbo al vaso de Cardhu con hielo que tengo sobre la mesa y cuando dejo de sentir el fuego del licor en mi garganta, convirtiéndose en una agradable calor en el estomago, permito salir de mis pulmones al humo que choca contra el portátil formando volutas multicolores al mezclarse con la luz de la pantalla.

Perfecto –pienso- mientras hago sonar los huesos de mis nudillos y sitúo las manos sobre el teclado. Me concentro un instante y es que estoy a punto de terminar la última entrega de los cuatro libros que llevo escritos. Quién me lo iba a decir a mí hace unos años, que me iba a ver convertido en uno de los escritores más famosos de este tiempo. No seré un novelista de proverbial prosa, ni mi gramática será de las más puristas que puedas encontrar negro sobre blanco, pero mis anteriores novelas llevan ya dos años en la lista de los 10 libros más vendidos y eso me ha convertido en una persona rica y famosa. Y todo gracias a un brillante momento de inspiración. Es curioso, puedes estar detrás de una gran idea durante años y dedicarle todas las horas de tu vida pero esta, si te ha de llegar, será un instante fugaz en tu cerebro, un pequeño momento en el que parece hacerse la luz y en el que todo en tu cabeza encuentra su sitio, logrando ver las cosas con una claridad meridiana. Y a mi me pasó. Estaba escribiendo una novela de intriga, una novela “negra” vulgar como otras muchas, con un policía bueno de protagonista sobre el que gira la historia y un psicópata asesino de malvado. No voy a decir que fuera una mala historia pero era sólo eso, una historia más del montón. Estaba asqueado de lo que escribía, sabía que lo que hacía no iba a llegar a ningún sitio hasta que me llegó esa inspiración. Es un momento especial, sientes que una rara felicidad recorre tu cuerpo porque intuyes que has dado con algo bueno, sabes lo que tienes que hacer y lo haces. Le di la vuelta a la historia, el policía pasó a ser un personaje secundario que termina “fiambre” en cada novela y me centré en el psicópata. Él adquirió todo el protagonismo de mis novelas. Comencé a pensar con su cabeza y a ver con sus ojos. Pero no es un personaje al uso, he creado un personaje muy especial al que nunca cogen, que es inteligente, metódico y sobre todo muy cruel. Y cuando digo “muy cruel”, me refiero a una maldad sin límites, de pesadilla. Una persona capaz de infringir los más horribles suplicios a sus víctimas mientras les mira a los ojos y ve reflejados en ellos el espanto de la muerte que se les avecina. He creado un desviado sexual con una capacidad para imaginar tales aberraciones que parezcan sacadas de la cabeza del mismísimo Satán. Resumiendo, a la gente le doy lo que más disfrutan… con la maldad. Y es que el morbo y la atracción que para el ser humano tiene la maldad y el sufrimiento sólo puede ser comparado a la atracción que les ejerce el sexo y si encima eres listo y mezcla las dos cosas, sexo y violencia, esta combinación se convierte en una máquina de hacer dinero.

Y además lo tengo demostrado. Cuanto más crueles y retorcidos imagino los asesinatos, más hago sufrir a las víctimas y más detalles truculentos escribo, la gente más compra mis libros. Incluso estoy pensando en plantear algún tipo de teorema que lo demuestre, algo así como… “El caudal de dinero que entra en mi cuenta corriente aumenta exponencialmente con el aumento en la cantidad de sufrimiento, crueldad y dolor que imprimo a mis crímenes” Tal vez me den un Nóbel en matemáticas… Bueno, ahora en serio, quiero terminar esto. Doy otro sorbo a mi vaso de “Cardhu”, enciendo un cigarro me relajo un poco y comienzo a escribir…

“… Él observa la única ventana iluminada de la casa. Se encuentra justo enfrente de su vivienda, de pie en la acera, oculto en la penumbra que le ofrece una parada de autobús. Lleva dos semanas siguiéndola y la chica es perfecta. Guapa, vive sola y tiene un hijo de corta edad. Este último detalle es el que más le convence. Le gusta que tengan hijos porque el pánico que siente una madre pensando que su hijo quedará solo, multiplica por cien el miedo de su inminente muerte. Ese infinito terror lo puede leer como un libro en los ojos de sus víctimas y eso le produce la más placentera de las sensaciones.

Lo tiene decidido, será esta noche. Esperará a que se apague la luz. Sabe que está sola en la casa, su hijo ha ido a dormir con un amigo del colegio.

La luz se apaga al fin. Saca el tabaco de un bolso de su sudadera y enciende un cigarro. Se dispone a esperar pacientemente a que la chica pille sueño. Mientras tanto piensa en que va hacerle. Tiene dudas, a las dos últimas chicas le arrancó tiras de piel con una cuchilla y después se las hizo comer… disfrutó bastante, pero le desagrada tener que ensuciarse las manos más de lo estrictamente necesario. Normalmente prefiere recurrir a medios “externos” y él ser un mero espectador. Como aquella vez del jueguecito con las ratas, donde consiguió, con un ingenioso sistema de pequeñas jaulas pegadas al cuerpo de la chica, que le royeran las entrañas a aquella puta. Como disfrutó aquel día, aún se emociona al pensarlo.

Ya ha esperado lo suficiente. Tira la colilla al suelo, la pisa con fuerza y cruza la carretera.

La cerradura es antigua y no le ofrece problemas. Tan solo suena un leve chasquido en mitad de la noche y comienza a abrir la puerta lentamente. Enciende la pequeña linterna y un estrecho tubo de luz le enseña unas escaleras por las que comienza subir. Algunos escalones rechinan un poco al sentir su peso sobre ellos pero el silencio en la casa es total. Al fin llega al piso de arriba. Se orienta gracias a la rácana luz de la linterna. Nunca antes había estado en aquella casa, pero después de tantos días vigilándola tiene una imagen mental de su disposición y se dirige directamente a la habitación de ella. La puerta está entreabierta y comienza empujarla muy lentamente. Comienza a escuchar la pesada respiración de alguien que duerme plácidamente. La escasa claridad que entra por la ventana de la habitación le permite ver a contraluz la silueta de una cama con alguien acostado en ella. De entre sus ropas saca su inseparable cuchillo de monte y de puntillas se dirige hacia ella que sigue respirando placidamente. Alarga su mano, tira con cuidado de la sábana y deja al descubierto las sugerentes formas de una mujer acostada. Da un paso más y de pronto… una voz suena a su espalda.

-¿Mamá? ¿Eres tú?

Asombrado gira la cabeza y en el umbral de la puerta se recorta el perfil de un niño pequeño.

-¡El niño! ¿Qué coños hace aquí el niño? –Exclama asombrado nuestro asesino - No debería de estar aquí… ¡Estoy harto! ¡No puedo más! ¡Haz el favor de explicarme esto!

-Bueno… a mí se me ocurrió que si esta vez te cargas a un crío pequeño…. Pues seguro que las ventas se disparan y …

-¡Me niego! Estoy ya harto de esto. Yo no soy ninguna bestia y tú insistes en escribir historias donde cada vez tengo que hacer cosas que me repugnan más. ¡Se acabó! Me niego a seguir siendo tu lado oscuro… Ya no quiero ser tu Mr.Hyde.

-Venga hombre, no me hagas esto. Necesito entregar esta novela y…

-¿Pero no te das cuenta? Yo no puedo seguir. Tu imaginación parece no tener fin para crear dolor y mi estomago ya no aguanta más. ¡Además metes a un niño! Rompes la trama porque el niño no tenía que estar aquí y encima quieres que me lo cargue…Y todo por el puto dinero… ¡No!¡Me niego!

-Bueno… la verdad es que tengo que confesarte algo… No sólo es por dinero…

-¿Ah no? Y porque más es… ¿Por fama?

-No… por miedo…

-¿Miedo? ¿Miedo a que?

-Miedo a mí… A lo que podría llegar hacer….

-No te sigo…

-Verás, tú sabes que empecé a escribir en una época muy dura de mi vida, todo me iba mal, pensaba que me acabaría volviendo loco. Por mi cabeza empezaban a aparecer horribles fantasmas que me empujaban a hacer cosas que yo no quería, cuando ocurría esto, la presión en mi cabeza aumentaba y estaba convencido que acabaría cometiendo alguna locura… Entonces, te cree a ti. En ti echaba todas mis paranoias y locuras. Expulso la locura de mi cabeza a través de las palabras y mientras seas tú quien le haga daño a la gente, todo irá bien.

-Vale, me has usado como válvula de escape pero creo que estás llegando a puntos demasiado salvajes aunque sólo sean en tu imaginación. Tienes que dejarlo, esto no puede acabar bien..

-Ya lo he pensado… Pero te he dicho que tengo miedo. Tal vez si dejo de escribir la presión volverá a mi cabeza y no sé si sabré controlarme.

-Pues si que estás mal…

-Ya te digo… Por eso tienes que continuar con la historia…

-Te propongo un trato. Yo termino esta novela pero eso sí, me quitas de aquí el niño. Quedamos en que el niño no estaba.

-Hecho. ¿Y luego?

-Después escribirás otra novela que será tu gran obra. Echarás en ella todo lo que te atormenta y alejarás todos tus fantasmas, pero al final de ella me matarás. Acabarás conmigo de mil formas diferentes hasta que me conviertas en polvo y me enterrarás muy, muy profundo… a mí y a todos tus miedos y locuras. ¿Vale?

-Vale. No se habla más. Ponte en posición, que empezamos donde lo dejamos

“…Alarga su mano, tira con cuidado de la sábana y deja al descubierto las sugerentes formas de una mujer acostada. Adelanta un paso más y de pronto la mujer, como si hubiera presentido la presencia de alguien en su habitación, abre los ojos se gira y…



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2 comentarios:

  1. ...abre los ojos, se gira y exclama: es genial!! díselo a tu creador, porque es fantástico, porque en el cojín de sus palabras me siento mejor que en cualquier otro plumón de escritor consagrado, de columnista a sueldo, de bloguero narcisista...
    que me mate las veces que quiera, pero que no me deje...

    besos

    Yoli

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  2. Hola Yoli...
    Lo cierto es que me encantan tus comentarios... Muchisssimasss Gracias...
    Muchos Bssssss.....

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