¡Maldita sea mi perra suerte! Quién me lo iba a decir a mí, a mi edad, que tengo canas ya hasta en los huevos, que a estas alturas de la vida me iba a ver así. Yo era dueño de una próspera explotación ganadera, era el que más ovejas tenía de toda la comarca y ahora me veo arruinado y en la cola del paro.
Y todo por culpa de aquel maldito pastor que contraté y que maldita la hora en que le conocí. Ojala me hubiera cortado la mano antes de haber firmado el contrato de ese rapazuelo que me ha llevado a la ruina. Si hubiera hecho bien su trabajo y se hubiera dejado de tantas tonterías, ahora todo seguiría como antes. Pero no, el demonio de muchacho tenía que llamar la atención y lo hizo a base de jugar con mi rebaño y como es menor pues no puedo pedirle responsabilidades.
El banco se ha quedado con mi casa al no poder cumplir con los plazos de un crédito que pedí ya que el negocio me iba bien y ahora estoy sin casa, sin trabajo y sin pertenencias porque también tuve que malvenderlas para tapar otros agujeros y es que soy persona cumplidora y al menos, aunque esté en la miseria, no debo nada a nadie.
Ahora a empezar de nuevo, desde cero, como cuando era joven, pero más difícil pues la juventud quedó atrás hace tiempo y con ella muchas de las ilusiones que la acompañaban.
Qué poco sabe el destino del esfuerzo, de la honradez y la dignidad, porque si lo supiera no sería tan cruel con algunos y tan benevolentes con otros ya que, para más escarnio, al chico este por lo que sé, le va de maravilla desde que sucedió todo aquello. ¡Qué injusta es la vida!
¡Oh, no! Hablando del rey de Roma acaba de entrar, espero que no me vea. Intentaré hacerme el loco, no sé como reaccionaría si lo tengo enfrente. ¡Mierda! pero él me ha visto y parece que viene hacia mí. Espero que no tenga el valor de hablarme. Si, lo va hacer...
- ¡Hola Patrón!
- Hola chaval. ¿Cómo por aquí?
- Pues nada que vengo a borrarme del paro que tengo empleo.
- Vaya suerte. Y de qué, si puede saberse.
- Nada patrón que desde que me sucedió aquello con sus ovejas la vida ma ha cambiado. Todo han sido entrevistas, exclusivas y ahora estoy fijo en un programa de televisión. Hasta me han enchufado el polígrafo. ¿Puede creerlo? Nunca unas mentiras habían dado para tanto... ¿Eh, patrón?
- Sí, sí... Bueno, te dejo que me toca el turno. Adiós Pedro.
- No patrón, no me llame Pedro a secas, ahora se me conoce como Pedro y el lobo... Ja, ja, ja.
Me dijo esto último dándome unos leves codazos en el costado, en plan de compadreo, como si fuéramos amigos o familiares de toda la vida.
No tenía que haber hecho aquello. Si no me hubiera tocado me habría aguantado, estaba a punto de conseguirlo pero aquello fue demasiado y no lo pensé. Saqué la navaja de más de un palmo de largo que siempre llevo conmigo y la abrí. Le agarré por el pelo para echarle hacia atrás la cabeza y de un solo tajo le rebané el pescuezo de oreja a oreja. El último "ja" le salió mezclado con un gorgoteo de sangre en su garganta. Me miró sin comprender mientras su aterrado corazón bombeaba hacia fuera toda sus sangre. Se desplomó sin decir nada más.
Limpio la navaja en sus pantalones, la cierro y al darme la vuelta, observo al funcionario detrás de la ventanilla, que completamente blanco me mira con los ojos muy abiertos.
-Es verdad, si ahora me tocaba a mí. Bueno, creo que no tendré que preocuparme en buscar trabajo. Me acabo de procurar alojamiento hasta el fin de mis días.
sábado, 13 de enero de 2007
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